martes, 9 de junio de 2009

Cajita de madera


Todos hemos tenido un amor de esos intensos pero efímeros. A lo largo de mis 29 inquietantes años he tenido solo uno con esas características (o quizás solo uno que recuerdo con especial detenimiento). A él lo llamaremos Giovanni y si quieren colocarle un apellido podría ser Veronesi. Todo tiene un porque en esta vida, hasta el nombre y apellido que hoy decido ponerle, pero ese porque lo reservo para quién protagonizó conmigo esta auténtica historia, sólo él se dará cuenta de lo que para ustedes quizás no tiene sentido.

Conocí a Giovanni cuando él tenía 21 años y yo 15. Era mi vecino, sus tíos vivían al frente de mi casa, habían acondicionado una tienda y él trabajaba ahí por las tardes. Yo iba a comprar arroz, azúcar y demás pretextos alimenticios con la finalidad de cruzar miradas con el “chico de la tienda”. Nunca imaginé que luego de tantos años, de largos trece años nuestros destinos se volverían a cruzar para cancelar la cuenta que quedamos debiéndonos.

Era el final de 1995 y un tímido Giovanni me miraba dulcemente sin atinar a balbucear palabra alguna. Luego de varios meses, se animó a hablarme. Hola, vives en la casa amarilla no?...Mi respuesta fue sí, pero en silencio pensé, acaso no es obvio si todos los días ves que entro a esa casa que además queda al frente de tu tienda. Me pareció tan poco creativo pero a la vez tan dulce. Así somos algunas veces las mujeres, si nos gusta alguien observamos sus torpezas con ternura. Pensamos en secreto, que es lindo porque le hablamos y comenzó a tartamudear o porque apenas nos ve se moja…no sean mal pensados me refiero a que se le cae la chela en los pantalones de la emoción y como resultado de esa “dulce torpeza” se moja todito.

Luego de varios meses, Giovanni comenzó a ir a mi casa, con más exactitud a la puerta de mi casa. Ya no vivíamos frente a frente, ahora yo me había mudado a la espalda de su casa. Él y su guitarra me acompañaban por las noches, hablábamos de todo, nos reíamos, nos mirábamos tímidamente y si acaso se preguntan en que momento Giovanni me besó, les podría decir con total tristeza que nisiquiera lo intentó.

Una noche de invierno, Giovanni me pidió que lo acompañara a Plaza San Miguel para comprar una cuerda de guitarra, mi papá me dio permiso pero me advirtió que regresara en menos de una hora (Mi papi me cuidaba mucho y cuando salía a alguna fiesta me recogía a las 12 de la noche, misma cenicienta jajaja). Al cumplirse la hora permitida, regresamos a nuestro lugar -la puerta de mi casa- y luego de avisarle a mi papá que estaba afuera y que conversaría una horita más, Giovanni sacó una cajita de madera que no supe bien lo que contenía pero luego de mostrarme ese raro regalo, intentó hacer una analogía diciéndome que lo mucho que podría descubrir en esa cajita, era en cantidad, lo que el sentía por mi. Al fin, “el chico de la tienda” se me declararía: Angie, tú me gustas mucho y yo quisiera…saber…si…tu…y…yo…yo…y…tu…podríamos…ser…nose…algo…mas…que...Cuando por fin él se atrevía a decirme todo lo que en sus ojos yo ya había descubierto, lo interrumpí nombrando una fruta poco romántica pero que en mi época significaba vergüenza, timidez, bochorno: Ay Giovanni no sigas que me da palta. Al parecer Giovanni aún no entendía que las mujeres cuando decimos no, es sí y cuando aseguramos que sí, significa talvez, así que el muy obediente cogió su guitarra, levantó su cajita (sin dejarme ver lo que había adentro) y me dijo: Discúlpame Angie no quería molestarte…por favor olvida lo que te dije …bueno…ya me voy, cuídate. Me dio un beso en la mejilla y al verlo irse con la guitarra al hombro no pude decirle nada, me moría de la palta, papaya, durazno, sandía, melón…ay ya no sé, malditas frutas. Solo sé que después de ese día la puerta de mi casa nunca fue la misma. Él se guardaba sus atenciones y yo ocultaba mis miradas, ambos jugamos a seguir siendo simplemente amigos.

Luego de unos meses me volví a mudar y aunque él dice haberme ido a buscar, jamás nos volvimos a cruzar hasta trece años después. Yo estoy inscrita en unas cuentas que te envían información sobre teatro, danza y todo tema relacionado a esta locura llamada arte. Un día con la finalidad de ser descubierta por algún productor de tv, envié un correo con los links de mi reel de entrevistas y luego de varias respuestas alentadoras y seguramente algo mentirosas sobre mi trabajo en la pantalla chica, recibí un mail que decía:

Hola Angie, como estas? a ver si me recuerdas jeje, soy G…, antes vivía en san miguel, casi a la espalda de tu casa recuerdas? cuando vivías en dinthilac, fui varias veces a tu casa con mi primo Walter, ahí solían juntarse tus amigas, nosotros tocábamos guitarra y tu parabas en una parroquia creo, luego te mudaste y fuimos a visitarte una vez, Tus amigas eran erika, malu, etc. recordaste algo? Bueno, yo vi tus videos de entrevista en youtube y te reconocí. Espero me hayas recordado.

Bueno, te cuento que ahora soy actor de teatro y profesor en el Club…, aparte sigo haciendo música con un grupo, tengo un grupo de teatro y también dirijo. Espero hayas recordado y podamos comunicarnos. Este es mi msn, cuídate y nos vemos, un abrazo.


No podía creerlo, cuando terminé de leer su correo, fui corriendo a la oficina de Noemí -una amiga del trabajo- a contarle que Giovanni me había escrito luego de tantos años. Al cabo de cinco segundos, mientras Noemí me miraba en silencio reparé que ella ni siquiera suponía de quien diablos yo hablaba. Es un amigo de mi infancia y no sabía de él hace muchísimo tiempo-agregué. Noemí me dijo que le parecía raro que por un amigo yo haya irrumpido en la oficina con una sonrisa tan amplia y con los ojos vibrando de emoción. Es cierto, me delaté, pero eso no importaba porque Giovanni había vuelto.

No sabía que contestarle, su mail había sido muy amical, así que el mío también tenía que serlo:

Hola, supongo que eres el mismo G… que recuerdo, tenías una tienda a la vuelta de mi casa?...la verdad de tu primo Walter no me acuerdo...Sí eres tú, yo suponía que estabas en EE.UU porq viajaste cierto??...A ver el G… del que me acuerdo le gustaba tocar guitarra, le gustaba Gianmarco y me contaba de las almas que penaban en su casa y que su perrita las sentía...Ojala que seas ese G…...xq si no eres ese, la canción porque no recuerdo otro jejeje...Si no te identificas con lo que eh dicho, por favor hazme recordar sí jijiji...gracias!!!

Giovanni me respondió pero luego de analizarlo, decidí que él pertenecía a mi pasado, era un breve y lindo recuerdo que así debía permanecer. Yo, en esa época salía con alguien así que preferí no volverle a escribir y mucho menos agregarlo al messenger, es una herramienta de comunicación peligrosa entre dos amigos especiales. Estaba enamorada y no pretendía coquetear con nadie.

Habían pasado cinco o diez meses desde el último frío mail que compartimos y yo a pesar de estar enamorada, volvía a encontrarme sola. Me habían convocado para actuar en una obra de teatro y la cita del primer ensayo era en el Club…Para pasar al salón en el que ensayábamos tuvimos que interrumpir una clase y de pronto mientras bromeábamos con mis amigas, Giovanni, “el chico de la tienda”, el de la cajita de madera, el de la guitarra, mi ex vecino, apareció. Nos miramos y cual novela cursi y estúpida, nos quedamos en silencio, sonreímos como un par de tontos y solo atinamos a articular un hola. Cuando por fin, luego de esos eternos cinco minutos frente a él, entre a la sala de ensayos, mi amiga Anita me dijo: que pasó?, quién es él?, porque se miraron así?, de donde lo conoces?, te lo haz chapado? te lo haz tir…?...Antes de que terminara de decir esa palabrita reaccioné y con un rotundo no! le aclaré que Giovanni solo había sido un amigo especial que tuve en la adolescencia.

Mientras ensayaba pensaba en que el destino jamás se queda sin cobrar sus deudas. Cuando salí de ensayar él me estaba esperando y a pesar que tenía algunas arruguitas de más, seguía siendo el mismo tímido “chico de la tienda”. Lo que no podía entender es como él y yo nos pudimos convertir en actores, vocación que ignoraba que compartíamos con tanta pasión.

El encuentro fue pactado para el miércoles de la próxima semana en Café Z. Al instante descubrimos que la química no se había desvanecido (Ambos ya estábamos solos, el más sólo que yo…y yo aún con algunos recuerdos que estaba buscando desesperadamente olvidar). Giovanni retornó a mi vida en el momento ideal. Él seguía siendo el chico de la tienda y sus ojitos esquivos lograban el mismo efecto inhibidor y mágico en mí. Casi al final de la velada, me dijo que si me acordaba de esa noche cuando lo chotie y yo con el poco orgullo que me quedan producto de mis inteligentes bien cumplidos años le conté la verdad: Si tu me hubieras hecho la pregunta completa, mi respuesta hubiera sido sí porque yo también sentía lo mismo que tú. Giovanni se quería morir, pero sonrió y me dijo que iba a llamar a su primo Walter (Estados Unidos) para contarle que esa noche sí causo algo en mí y además que la respuesta a su pregunta, hubiera sido un rotundo sí.

Durante algunos meses le pagamos la deuda al destino y los intereses fueron los justos y necesarios. Nuestros sentimientos habían cambiado aunque a veces parecían ser los mismos. Su voz seguía estremecedora, canta precioso. Sus gustos musicales se habían transformado, en cortas mañanas y largas noches que prefiero no detallar me enseñó a delirar con Sting y Eric Clapton, a doparme con jazz blues, a envidiar a Natalie Portman y a volverme enamorada cautiva de las horas de desvelo.

Ahora que él ya se fue, estoy convencida de que cumplió su cometido en mi entonces desequilibrada vida emocional. Giovanni fue un amor intenso pero efímero porque duró más en mi vida como recuerdo que realidad. Él es para mi como esa cajita de madera que intentó regalarme hace trece años, difícil de descubrir pero aletargadamente inolvidable.

Bed of roses (Cama de Rosas)
Yo amaba a BonJovi antes de que reapareciera Giovanni pero esta canción para mi se convirtió en nuestra canción, aunque él no lo sepa. La escuchamos con el volumen más alto que fuera soportable a nuestros tímpanos mientras él cumplía un año más de vida y su primo nos acompañaba aquella tarde…Otra que me cantó al oído fue When We Dance de Sting...